Buenos días a todos,
Hoy toca reflexionar sobre un
hecho que lleva realizándose durante años en mi localidad y buceando en los
recuerdos considero que es un acontecimiento que ha ayudado a poner un granito
de arena más en la lucha de la igualdad.
Primero voy a hablar de mi pueblo. Mi pueblo se llama Lezuza, es una localidad de aproximadamente unos 1.000 habitantes en la que siempre se ha fomentado la cultura como un “bien de gran valor”. Desde hace años se ha propiciado para que una localidad pequeña cuente con una Banda de Música con integrantes del pueblo, formando durante años a los propios habitantes. Además, se cuenta durante 30 años con un grupo de teatro formado también por chicos y chicos de nuestro pueblo que ensayan durante meses para representar obras en nuestras fiestas locales, y es una actividad que ningún habitantes se pierde e incluso repite yendo varias días a la representación.
Cuando se fundó la Banda de 25
componentes, sólo tres de ellas eran niñas, pero poco a poco, este hecho fue de
muy agrado para el resto de padres y madres y se fueron animando a apuntar a
clases de música a muchas niñas del pueblo a las que la música era una
actividad que les encantaba, entre las que me incluyo. Al principio nuestro
uniforme estaba compuesto por una camisa blanca, una chaqueta de lana azul marino,
una falda de tablas también azul marino y unos zapatos negros. Las actuaciones
a lo largo del año, cada vez eran mayores y a las chicas no les gustaba sí o sí
distinguir el uniforme del resto de chicos, por eso, años más tarde, se impuso
el criterio de las chicas para poder libremente llevar pantalones azules siempre
que les apeteciera más.
Todos estos hechos han sido
motivados por el Ayuntamiento de Lezuza, porque como he comentado, siempre ha priorizado
la cultura en nuestro pueblo.
Pero me gustaría añadir a estos
acontecimientos uno más. Una actividad que creo que sin lugar a dudas en el
tema de igualdad merece especial mención, se trata de un partido benéfico que
se realiza durante años de fútbol sala femenino.
Los orígenes vienen de 20 años
atrás, en el que un grupo de unas 5 o 6 niñas se animan a participar en el
recreo del colegio a jugar con niños al fútbol. Además de ello, no sólo se
animan a jugar, sino que quieren apuntarse a clases extraescolares de fútbol y
así lo deciden.
Poco a poco, se van animando más
niñas a estas clases y el entrenador decide preparar un partido benéfico de
fútbol femenino que se realiza cada año en el mes de agosto.
Me parece algo relevante y
bonito, porque además se unen igualdad y solidaridad y forman una muy buena
ecuación.
Muchas gracias.
Un saludo.
Sara M.A.
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